Clásica
Imagen fosilizada en la arena de mujer precolombina con culo fuertecito
Hay un negrazo musculoso atrás increible y yo miro embobada a mi media naranja. Eso es amor.
Chau yeso
La noche del 24 nos fuimos a la ciudad amurallada en busca de un restaurant que habíamos visto esa misma tarde. Caminamos como una hora y media buscándolo, nunca lo encontramos, seguirá siendo un misterio si nos lo imaginamos o si fundió en 5 horas. Terminamos en un restaurant chiquito de comida francesa y creole muy bueno. Las 12 nos encontró tomando helado y acompañados con la tele de la heladería que pasaba un concierto de Plácido Domingo, Pavarotti y Carreras juntos. Extrañamos mucho a todos, especialmente al Pako.
Hay un negrazo musculoso atrás increible y yo miro embobada a mi media naranja. Eso es amor.
Chau yeso
Luego de seis días en Santa Marta nos tomamos un micro para Cartagena. El viaje fue bastante shokeante, porque atravesamos una zona muy afectada por “el invierno”, llena de evacuados por las inundaciones. La gente atravesaba sogas en la ruta para obligar a los vehículos a parar, subir y tratar de pedir plata o vender algo.
Llegamos a Cartagena de noche. No teníamos mucha idea de dónde hospedarnos. Sabíamos que la ciudad amurallada era cara y nos habían dicho que el distrito vecino, Getsemaní, era extremadamente inseguro. Por eso, cuando en la terminal se nos acercó un mochilero canadiense para invitarnos que vayamos con él, lo seguimos. Terminamos en un típico “hostel fiesta”, donde los gringos se la pasan chupando y haciendo sociales. En este hostel, El Viajero, nos quedamos tres días. Por las tarifas tuvimos que parar en dorms, compartidos con 10 personas más. Conocimos mucha gente, a veces a nuestro pesar. Todos querían charlar y hacer amigos, aunque te viesen leyendo concentradísimo. A veces no entiendo como los gringos vuelan desde EEUU, y estando en una ciudad como Cartagena, se la pasan en el hostel con la laptop, charlando y boludeando en general. Salgan, hay luz allá afuera!!!
Cartagena es una ciudad bellísima. Increíblemente conservada. La la famosa ciudad amurallada, es hermosa y extremadamente cara. Apenas llegamos recorrimos y la caminamos muchas veces, de día, de noche. Sospecho que deben ir todos los ricos y famosos de Colombia en temporada. Fuera de la ciudad amurallada, lo pintoresco desaparece, los precios caen, las pieles se oscurecen. La vieja muralla colonial tiene un nuevo significado hoy en día.
El primer día fuimos a Bocagrande, la playa al lado del centro. Como Mar del Plata pero con un mar más cálido. Si no hubiese sido porque llevé la cámara y saqué muchas fotos de familias colombianas de clase media en la playa, hubiese enloquecido por la cantidad de gente y por vendedores ambulantes con instintos de predador. Dani estaba feliz, creo que la Bristol debe ser su playa ideal.
Comimos mucha comida de los changuitos callejeros, porque los restaurantes estaban fuera de nuestro alcance. Todo estaba muy bien, muy lindo, hasta que la segunda noche me levanté a la madrugada, me arrastré al baño y terminé semidesmayada en el piso. En un baño compartido, lo que, retrospectivamente, me da mucho asco. Pero en el momento solo pensaba en llegar a la habitación para despertar a Dani. Al rato tomé fuerza y lo logré. Tenía 38, 5 de fiebre, lo que para mí es como 42, y muchísimo dolor por todos lados. Dani, cual príncipe azul, se ocupó de todo. Me acostó y llamó al seguro médico. El doctor llegó a la mañana siguiente y declaró intoxicación alimenticia, amígdalas muy inflamadas y síndrome de mala absorción. Con tanto diagnóstico, imposible equivocarse. Una semana de ciprofloxacina y solucionado. Dani, para no ser menos, y porque mi amor siempre debe enfermarse también, cayó al día siguiente. Así que convalecimos en Cartagena dos días. Nos queríamos ir del hostel caro y ruidoso pero no teníamos fuerza. Nada peor que convalecer en una habitación con otros 12 mochileros gigantes y fiesteros. Malditos changuitos.
Cuando pudimos, nos mudamos al tenebroso Getsemaní. Estaba perfecto, al lado del barrio de Santa Marta, parecía la Recoleta. Alguna meretriz por aquí charlando con un policia y nada más. Aquí conseguimos una habitación privada con baño privado más barata que los dorms en el hostel fiesta. Con lo ahorrado con la mudanza decidimos a dilapidar y nos fuimos a una playa vecina, Playa Blanca, a la cual es caro llegar. Hermosa, arena blanca, agua turquesa y casi nadie molestando. Dani me prohibió llevar la cámara para poder meternos en el agua juntos. Yo no dejo la mochila con mi amada Hassel sola ni un segundo.
La noche del 24 nos fuimos a la ciudad amurallada en busca de un restaurant que habíamos visto esa misma tarde. Caminamos como una hora y media buscándolo, nunca lo encontramos, seguirá siendo un misterio si nos lo imaginamos o si fundió en 5 horas. Terminamos en un restaurant chiquito de comida francesa y creole muy bueno. Las 12 nos encontró tomando helado y acompañados con la tele de la heladería que pasaba un concierto de Plácido Domingo, Pavarotti y Carreras juntos. Extrañamos mucho a todos, especialmente al Pako.
El 25 a la mañana salimos para otro ciclo de viaje que se extendería por una semana para cruzar la complicada frontera con Panamá. El Darién y la guerrilla dificultan cruzar por tierra.
TONGO TE QUIERO!! EL TONGO ES UN SENTIMIENTO.